Renacer en notas de esperanza - Frecuencia

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lunes, 21 de noviembre de 2022

Renacer en notas de esperanza

Bolígrafo parlante 
Abigail Cote Luna 


Opresión, llenar las expectativas de tus padres, cumplir el sueño de mamá, seguir con el puesto que tiene papá, constantemente esto es lo que un estudiante reprimido en una carrera que tiene cierto parecido con la que le hubiera gustado estudiar, piensa antes de comenzar a cultivarse el temario para el examen de la universidad.


Rafael González Rodríguez, un joven preso en las decisiones sociales que lo orillaron a estudiar una carrera “decente”, es uno más del ejército de los indecisos que abandonó sus pasiones y continuo con el deseo de poder conseguir un trabajo que lo remunerará por sus conocimientos, en este caso por el arte de la comunicación.

Sin embargo, esa decisión disfrazada de oveja blanca no llenó la expectativa de vida que soñaba Rodríguez.

El confinamiento por esta lúgubre pandemia hizo que el comunicólogo en preparación se cuestionara sobre los estribos que estaban guiando su entonces misera, como él mencionó, aspiración laboral. De repente, el interés por saber como funciona el flujo social por medio de los discursos, ya no le parecía interesante.

Fue solo cuestión de tiempo para que la necesidad económica del joven lo orillará a buscar trabajo, en cambio, a lo que se puede pensar, Rafael fue contratado en una compañía de marketing y comunicación, debido a las grandes habilidades que poseía para el manejo y control de esos temas.

Conforme pasaba el tiempo, González no se sintió a gusto con el papel que desempeñaba en aquel rubro laboral, y poco a poco la escuela y la falta de asistencia personal, lo alejaron un poco del objetivo inicial, tener un título profesional. Tal y como les pasó a los miles de jóvenes que decidieron desertar de una carrera universitaria debido a las complicaciones que el confinamiento trajo, aquellos estudiantes que se situaban al otro lado de la brecha económica, familiar o física necesitaban más que una clase frente al computador, necesitaban una inspiración.

Así fue como con resignación, y no siendo todo tan malo, transcurrió un año y medio, sin embargo… ¡Sorpresa! Rafael había llegado a sexto semestre, momento en la carrera en la que debía escoger en que sector laboral podría contribuir a la universidad con su servicio social.

Con la llegada de esta increíble noticia fue como Rodríguez volvió a nacer en la música, ámbito del cual siempre estuvo enamorado, el cual fue su escaparate a otra realidad, en donde todo podía ser posible.

Este gusto desentrañaba de él lo mejor, sacaba su lado melancólico y enamorado de la vida y le daba aires de esperanza cada que se acercaba a algo que se relacionara con la música. Y cómo no, si este arte y el gusto por él fue heredado desde la cuna.

Sin pensarlo y esperarlo, Rafael consiguió lo que quería en el momento que menos esperaba, esa oportunidad de renacer en una nota, conocer otro mundo sin despegarse del suyo y atender a la par sus gustos musicales y su vocación laboral. Qué hermoso es saber que en la vida se acomodan las cosas tarde o temprano, tal vez no en el momento que uno espera, sino en el momento que menos lo piensa.


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